Un correcto mantenimiento de los radiadores de agua caliente es fundamental para optimizar el rendimiento de la calefacción doméstica y garantizar el confort en el hogar. Dos tareas clave en este mantenimiento son purgar los radiadores para eliminar el aire acumulado y equilibrar el caudal entre ellos. Cuando se acumula aire en el sistema o los radiadores están desequilibrados, la eficiencia de la calefacción disminuye notablemente: el agua caliente no circula bien y algunas estancias permanecen frías a pesar de gastar energía. En este artículo explicaremos por qué ocurre esto y cómo solucionarlo, con una guía paso a paso para purgar radiadores y equilibrar el sistema de radiadores de agua caliente, además de consejos de mantenimiento preventivo. El objetivo es mejorar la eficiencia y el rendimiento de tu calefacción, ahorrando energía y dinero.
Señales de que un radiador necesita ser purgado
Es importante reconocer las señales que indican aire atrapado en un radiador, ya que este aire reduce la capacidad de calentamiento. ¿Cómo saber si tu radiador necesita purga? Algunas señales comunes son:
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La parte superior del radiador está fría: Si la zona alta permanece fría mientras la parte inferior está caliente, significa que hay aire acumulado que impide el paso del agua caliente. Este desequilibrio térmico es una clara indicación de que el radiador debe purgarse.
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Ruidos de gorgoteo o burbujeo: Escuchar burbujas, silbidos o gorgoteos dentro del radiador cuando la calefacción está encendida es síntoma de burbujas de aire en el circuito. El agua está luchando por circular a través del aire atrapado, produciendo esos ruidos característicos.
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El radiador calienta menos de lo normal: Si una habitación no alcanza la temperatura deseada o un radiador calienta menos que los demás, podría ser porque tiene aire en su interior. Esa bolsa de aire reduce la transferencia de calor y disminuye el rendimiento de la calefacción en esa estancia.
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Aumento injustificado de la factura: Un sistema con aire trabaja forzado. Si notas un incremento en el consumo de calefacción sin razón aparente, el aire atrapado podría ser el culpable. Purgar los radiadores devolverá la eficiencia y puede traducirse en ahorro energético.
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Mantenimiento anual: Aunque no percibas las señales anteriores, es recomendable purgar los radiadores al menos una vez al año, generalmente al inicio de la temporada de frío. Así te aseguras de que inicien el invierno sin aire acumulado, evitando problemas más adelante.
¿Por qué el aire reduce la eficiencia de la calefacción?
El aire en un radiador actúa como un obstáculo dentro del circuito. Al acumularse en la parte superior, desplaza al agua caliente y genera zonas frías en el emisor. Como resultado, el radiador no emite todo el calor que debería y la caldera debe trabajar más para alcanzar la temperatura ambiente deseada. En otras palabras, se malgasta energía: parte del calor se queda atrapado en el aire en vez de irradiarse al ambiente. Esta situación reduce la eficiencia y el rendimiento global de la calefacción, aumentando el consumo. Por suerte, la solución es sencilla: purgar periódicamente los radiadores elimina esas bolsas de aire y restablece la circulación adecuada del agua caliente, mejorando inmediatamente la capacidad de calentamiento del sistema.
Cómo purgar un radiador (paso a paso)
La purga de radiadores consiste en liberar el aire atrapado para que el agua pueda llenar todo el radiador. Es un proceso sencillo que puedes realizar con herramientas básicas. Antes de empezar, asegúrate de tener a mano una llave de purga (o destornillador plano, según el tipo de válvula), un recipiente pequeño y un trapo. Importante: realiza la purga siempre con la calefacción apagada y los radiadores fríos, para evitar quemaduras y para que el aire esté quieto en la parte superior.
Sigue estos pasos para purgar correctamente tus radiadores:
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Apaga la calefacción y espera: Desconecta la caldera un par de horas antes de purgar. Con el sistema en frío, la bomba no moverá el agua ni el aire, y las burbujas se concentrarán en la parte alta de cada radiador. Además, el agua estará más fría y minimizarás el riesgo de quemaduras.
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Prepara el área: Coloca un recipiente o un cuenco bajo la válvula de purga del radiador y ten a mano un trapo o toalla. Esto te ayudará a recoger el agua que pueda salir y evitará manchar el suelo.
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Comienza por el radiador más cercano a la caldera: Ubica el radiador que está primero en el circuito (suele ser el más próximo a la caldera o calentador). Abordar la purga en orden, siguiendo el flujo natural del agua, evita que el aire de los primeros radiadores se desplace más lejos en el circuito. Si tu vivienda tiene más de una planta, comienza por los radiadores del piso superior, ya que el aire tiende a subir.
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Localiza la válvula de purga: En cada radiador encontrarás un pequeño purgador en la parte superior, por lo general en el extremo opuesto a la tubería de entrada. Introduce la llave de purga (o un destornillador plano) en la ranura del purgador.
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Abre la válvula lentamente: Gira la llave de purga en sentido antihorario despacio. De inmediato empezará a salir aire con un sonido sibilante. Mantén la válvula abierta hasta que el aire termine y empiece a salir agua líquida. Al principio el agua puede salir a intervalos o con algo de aire mezclado.
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Recoge el agua y cierra la válvula: Cuando veas que sale un chorro de agua continuo (señal de que ya no queda aire), gira la válvula de purga en sentido horario hasta cerrarla firmemente. No hace falta drenar mucha agua; con unos pocos mililitros es suficiente para expulsar el aire.
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Repite en los demás radiadores: Sigue con el siguiente radiador en el circuito (de nuevo, lo ideal es ir en orden desde el más cercano al generador hasta el más lejano). En cada uno, repite el procedimiento de abrir el purgador hasta que salga agua.
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Verifica la presión de la caldera: Al purgar varios radiadores, es normal que la presión del circuito de calefacción disminuya ligeramente. Revisa en el manómetro de la caldera que la presión esté en torno a 1,0-1,5 bar (zona verde). Si ha caído por debajo, rellena el circuito con agua usando la llave de llenado de la caldera hasta alcanzar la presión adecuada. Este paso asegura que la bomba pueda impulsar bien el agua tras la purga.
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Enciende de nuevo la calefacción y comprueba: Pon en marcha la caldera y deja que los radiadores se calienten. Revisa que cada radiador ahora se caliente en toda su superficie y que no se escuchan ruidos de aire. El calor debería repartirse de forma más uniforme por las habitaciones.
Purgando los radiadores con este método eliminarás el aire acumulado, logrando que el agua caliente circule sin impedimentos. Notarás que los radiadores calientan más y la caldera no tiene que esforzarse tanto, mejorando la eficiencia del sistema. Además de resolver los ruidos molestos, estarás ahorrando energía al optimizar el proceso de calentamiento.
¿Qué es equilibrar un sistema de radiadores y por qué es importante?
Una vez que todos los radiadores están purgados (es decir, llenos solo de agua), conviene revisar el equilibrio del sistema de calefacción. Equilibrar los radiadores significa ajustar el reparto del caudal de agua caliente entre ellos para que todos reciban la cantidad adecuada. En cualquier vivienda, el agua de la caldera llega antes y con más fuerza a los radiadores más cercanos, mientras que los más alejados tienden a recibir menos caudal y a calentarse menos. Si no se regula el flujo, algunos radiadores podrán estar excesivamente calientes y otros demasiado fríos, provocando un calentamiento desigual de la casa.
El equilibrado hidráulico del sistema se realiza mediante la válvula de detentor que incorpora cada radiador (situada en su parte inferior, en el lado de salida del agua). Ajustando esta válvula se controla cuánto caudal de agua atraviesa cada radiador. ¿Por qué es importante equilibrar? Porque garantiza una distribución uniforme del calor en todas las estancias y mejora la eficiencia global de la calefacción. Un sistema desequilibrado obliga a la caldera a trabajar más para compensar las habitaciones frías, aumentando el consumo de energía y el desgaste de los componentes. En cambio, con los radiadores balanceados, se optimiza el rendimiento energético: cada radiador recibe solo el caudal necesario, evitando excesos o carencias, lo que se traduce en confort térmico y ahorro en la factura.
Guía básica para equilibrar los radiadores de casa
El equilibrado de radiadores se puede hacer de forma manual siguiendo estos pasos básicos. Necesitarás un destornillador plano o llave Allen (según el tipo de detentor) y algo de paciencia para afinar los ajustes:
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Asegúrate de que el sistema está purgado: Antes de equilibrar, todos los radiadores deben estar sin aire y con la presión de la caldera correcta (aprox. 1-1,5 bar). Si intentas equilibrar con aire en el circuito, no obtendrás buenos resultados.
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Abre completamente todas las válvulas: Tanto las llaves de paso o termostáticas de cada radiador como los detentores deben estar abiertos al máximo al iniciar el proceso. Enciende la calefacción y deja que el agua circule unos minutos para identificar cuáles radiadores calientan más y cuáles menos.
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Identifica radiadores calientes y fríos: Toca o mide la temperatura de cada radiador. Normalmente, los más próximos a la caldera se pondrán muy calientes rápido, mientras que los lejanos estarán más tibios. Este comportamiento indica un desequilibrio natural de caudal.
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Ajusta los detentores: Comienza por los radiadores que reciben más caudal (los más calientes). Gira su detentor ligeramente en sentido horario para restringir el flujo. No es necesario cerrarlos mucho, con media o una vuelta suele bastar para notar diferencia. Luego, en los radiadores que estaban más fríos, asegúrate de que sus detentores estén totalmente abiertos (sentido antihorario hasta el tope). La norma general es: detentores más cerrados en radiadores cercanos a la caldera y más abiertos en los radiadores alejados, dejando el último radiador del circuito completamente abierto. Así se “fuerza” gradualmente a que el agua llegue con suficiente caudal a los radiadores más distantes.
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Verifica el resultado: Deja que el sistema funcione y equilíbralo por tramos. Tras ajustar, espera unos minutos para que las temperaturas se estabilicen y vuelve a comprobar los radiadores. Todas las unidades deberían calentarse de forma más pareja. Si aún notas diferencias, realiza ajustes adicionales: cierra un poco más aquellos que sigan demasiado calientes o abre un poco más los más fríos. El equilibrado perfecto puede requerir varias iteraciones hasta dar con el punto óptimo, así que ten paciencia.
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No fuerces las válvulas: Si algún detentor está duro o atascado, no apliques fuerza excesiva para evitar dañarlo. En instalaciones antiguas, podría ser necesario llamar a un profesional para que libere o sustituya válvulas agarrotadas.
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Revisión final: Con todos los radiadores equilibrados, tu sistema debería calentar de forma uniforme. Comprueba que la temperatura de las habitaciones es homogénea y que no hay radiadores notablemente más calientes que otros. También verifica nuevamente la presión del circuito por si varió durante el proceso de ajuste.
Realizar el equilibrado hidráulico manual asegura que cada radiador trabaje eficientemente. Notarás que, tras este ajuste, la vivienda alcanza la temperatura de confort más rápidamente y la caldera se enciende y apaga con menos frecuencia, ahorrando energía. Este procedimiento es especialmente útil después de instalar radiadores nuevos o cambiar la caldera, y como parte del mantenimiento general de la calefacción.
Consejos de mantenimiento preventivo de la calefacción con radiadores
Para prolongar la vida de tu sistema de calefacción y mantener un rendimiento óptimo, considera estas buenas prácticas de mantenimiento preventivo:
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Purgas regulares: Incluye la purga de radiadores en el mantenimiento anual de la vivienda. Lo ideal es purgar al inicio del otoño, antes de la época de mayor uso, y revisar nuevamente al finalizar el invierno. Esto garantiza que no queden burbujas de aire afectando el rendimiento.
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Vigila la presión y las fugas: Comprueba periódicamente el manómetro de la caldera para asegurarte de que mantiene la presión recomendada (normalmente entre 1 y 1,5 bar en frío). Si detectas que la presión baja con frecuencia, inspecciona los radiadores, válvulas y conexiones en busca de fugas o goteos. Una pequeña pérdida continua de agua puede derivar en bajadas de presión que mermen la eficiencia y obliguen a la caldera a consumir más. Ante cualquier fuga, reemplaza las juntas o piezas necesarias y restablece la presión adecuada.
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Mantén los radiadores limpios: El polvo acumulado en la superficie o entre las aletas de los radiadores reduce ligeramente su capacidad de emisión de calor. Procura limpiarlos (cuando estén fríos) con un paño o cepillo para quitar el polvo. Un radiador limpio transfiere mejor el calor al aire de la habitación.
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Enciende la calefacción ocasionalmente fuera de temporada: Durante largos periodos de inactividad (por ejemplo, en verano) es recomendable poner la caldera en marcha unos minutos cada pocas semanas. Así haces circular el agua y evitas que las bombas y válvulas se agarroten por falta de uso. También puedes abrir y cerrar las llaves termostáticas de vez en cuando para asegurarte de que no se quedan atascadas en una posición.
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Atención a los radiadores que no calientan bien: Si pese a la purga y el equilibrado notas que algún radiador sigue sin calentar lo suficiente, podría tener sedimentos o lodo en su interior. Un signo de lodos es que la parte inferior quede fría mientras la superior se calienta. En ese caso, considera realizar una limpieza más profunda: puede requerir vaciar el circuito, desmontar el radiador afectado y limpiarlo, o incluso un tratamiento con inhibidor de corrosión para el circuito. Estas tareas más avanzadas conviene dejarlas en manos de técnicos especializados.
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Revisión profesional periódica: Además de tus propios cuidados, es aconsejable solicitar una inspección profesional de la caldera y los radiadores cada cierto tiempo (por ejemplo, anual o bienal). Un técnico comprobará el estado de los quemadores, el vaso de expansión, la bomba de circulación y que no haya obstrucciones en el circuito. Un buen mantenimiento preventivo prolonga la vida útil de la instalación y garantiza un funcionamiento seguro.
Conclusión: mejora el rendimiento de tu calefacción y ahorra energía
Mantener purgados y equilibrados tus radiadores de agua caliente es esencial para disfrutar de una calefacción eficiente y confortable en casa. Con unos sencillos pasos puedes eliminar el aire que reduce la eficacia de los radiadores y ajustar el sistema para que cada habitación reciba el calor necesario sin derroches. Estos cuidados, junto con el mantenimiento preventivo, se traducen en un mayor rendimiento de la calefacción doméstica, un menor consumo y más confort térmico.
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