Mantener en buen estado las ventanas exteriores de una vivienda es clave para alargar su vida útil y conservar sus prestaciones de aislamiento. Tanto si eres propietario como profesional de reformas o mantenimiento, conviene conocer los cuidados específicos según el material de la carpintería: PVC, aluminio, madera o ventanas mixtas. En esta guía técnica (pero accesible) te explicamos la frecuencia de limpieza, productos adecuados (y los que debes evitar), la revisión de herrajes, juntas, burletes y cierres, así como la prevención de filtraciones y el cuidado frente a sol, humedad o salinidad. También incluimos consejos estacionales (por ejemplo, tras temporales de lluvia o viento) para cada tipo de ventana. Al final encontrarás una tabla resumen con las tareas más importantes por tipo de carpintería para que puedas consultarla rápidamente. ¡Vamos a ello!
Importancia de un buen mantenimiento según el material
El nivel de mantenimiento requerido depende del material de la ventana. Las ventanas de PVC y aluminio se caracterizan por un mantenimiento mínimo en comparación con la madera, pero todas necesitan cuidados básicos para asegurarse de que funcionan bien y duran muchos años. Un mantenimiento periódico evita problemas de sellado, dificultades al abrir o cerrar, filtraciones de agua e incluso pérdidas de eficiencia energética por aire que se cuela. A continuación veremos en detalle los cuidados recomendados para cada tipo de carpintería exterior.
Mantenimiento de ventanas de PVC
Las ventanas de PVC son muy populares por su gran aislamiento y su fácil cuidado. Este material plástico no se oxida ni necesita pintura, y resiste muy bien la intemperie (no se deforma con la humedad ni se degrada con el sol). Aun así, para que tus ventanas de PVC funcionen como el primer día, es conveniente seguir estas recomendaciones:
Limpieza regular de ventanas PVC (frecuencia y productos)
Aunque el PVC requiere poco mantenimiento, conviene limpiarlo periódicamente. En entornos urbanos con mucho polvo o contaminación, lo ideal es hacer una limpieza a fondo cada ~3 meses. En zonas menos expuestas, bastará con dos veces al año. La limpieza es sencilla: utiliza agua tibia con jabón neutro (por ejemplo, detergente líquido lavavajillas) y un paño suave o esponja para repasar los marcos. Después, aclara con agua limpia y seca la superficie con un paño absorbente para no dejar humedad residual.
Es muy importante evitar productos que puedan dañar el PVC: no uses limpiadores abrasivos, disolventes fuertes, amoniaco, estropajos metálicos ni limpiadores a presión, ya que pueden rayar el perfil o deteriorar los sellados. Por su acabado liso, la suciedad no se adhiere demasiado al PVC, así que no hace falta nada más que ese jabón neutro para dejarlo impecable. Aprovecha también para limpiar los carriles o guías (en ventanas correderas) donde suele acumularse polvo.
Cuidado de herrajes, juntas y cierres en PVC
Un par de veces al año es recomendable revisar los componentes móviles y de sellado de las ventanas de PVC. En particular, sigue estos pasos básicos:
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Juntas de goma y burletes: comprueba que los burletes y juntas de estanqueidad estén limpios, flexibles y sin grietas. Si acumulan polvo, límpialos con un paño húmedo y jabón neutro. Si notas que la goma empieza a resecarse, aplica una capa muy ligera de vaselina neutra o un spray de silicona para mantenerla elástica. Evita productos con disolventes en estas partes de goma.
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Herrajes y bisagras: aplica lubricante suave (aceite ligero o spray de silicona) en bisagras, manillas, ejes y mecanismos de cierre aproximadamente una vez al año. Con unas gotas es suficiente; después abre y cierra la ventana varias veces para repartir bien el lubricante. No uses aceites densos (tipo grasas) porque podrían atraer polvo. Un lubricante específico para herrajes o aceite multiusos ligero funciona bien.
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Cierres y manillas: verifica que las hojas cierran correctamente, sin roces ni holguras. Si notas tornillos flojos en las manillas o cierres, apriétalos. Un cierre desajustado puede provocar que la ventana no selle bien.
Estos cuidados de juntas y herrajes apenas llevan unos minutos y garantizan un funcionamiento suave de las ventanas, alargando su vida útil.
Prevención de filtraciones y daños climáticos en PVC
Gracias a sus propiedades, el PVC tiene alta resistencia a la humedad, la lluvia y los rayos UV, por lo que no suele presentar problemas de corrosión ni decoloración. A diferencia de la madera, no necesita barnices ni tratamientos especiales para el exterior. Sin embargo, para prevenir filtraciones de agua o aire, ten en cuenta lo siguiente:
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Sellados intactos: asegúrate de que los sellados perimetrales con la obra (silicona, masilla) estén en buen estado para que no entre agua alrededor del marco. Si detectas alguna grieta en el sellador exterior, repáralo o sustitúyelo.
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Limpieza de drenajes: muchas ventanas de PVC tienen pequeños orificios de drenaje en el marco para evacuar agua de lluvia. Tras lluvias intensas o tormentas, verifica que esos desagües no estén obstruidos por suciedad. Si hay hojas, polvo o insectos, retíralos (puedes pasar la aspiradora con boquilla fina). Mantener limpios los carriles y desagües evita acumulación de agua que podría filtrarse al interior.
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Zonas costeras: en ambientes marinos con aire salino, aunque el PVC no se oxide, el salitre puede acumularse en herrajes o en la suciedad adherida. Es recomendable limpiar la carpintería al menos una vez al mes con agua dulce para eliminar depósitos de sal. Así proteges los componentes metálicos (herrajes) de la corrosión y evitas manchas.
En general, las ventanas de PVC bien instaladas y mantenidas prácticamente no sufren filtraciones ni deformaciones, incluso bajo condiciones climáticas exigentes. Aun así, nunca está de más inspeccionarlas después de eventos extremos (lluvias fuertes, viento con polvo) para confirmar que todo sigue sellando correctamente. Con estos cuidados básicos, tus ventanas de PVC lucirán y funcionarán como el primer día durante décadas.
Mantenimiento de ventanas de aluminio
La carpintería de aluminio destaca por su durabilidad y resistencia. Las ventanas de aluminio no se oxidan (el aluminio genera una capa superficial protectora), aunque sí requieren cierta atención para mantener su apariencia y hermeticidad, especialmente en climas húmedos o costeros. Veamos las pautas de mantenimiento para las ventanas de aluminio:
Limpieza de ventanas de aluminio (frecuencia y productos)
En general, limpia los perfiles de aluminio al menos dos veces al año para retirar polvo, polución y suciedad acumulada. Si la vivienda está en una zona con condiciones duras – por ejemplo, cerca del mar o en área industrial – será recomendable limpiar con mayor frecuencia (incluso mensualmente) ya que el salitre y otros contaminantes pueden atacar el acabado.
La forma de limpiar es similar a la del PVC: utiliza agua tibia con un detergente neutro. Una esponja o paño suave bastan para frotar las superficies de aluminio. No uses limpiadores abrasivos ni ácidos (por ejemplo, limpiadores con amoníaco fuerte, ácido muriático, etc.), ya que pueden dañar el lacado o anodizado del aluminio. Tras lavar, aclara con agua limpia y seca bien el marco con un paño para evitar marcas de agua.
En exteriores muy expuestos, algunos profesionales aconsejan aplicar ocasionalmente una capa de cera protectora especial para aluminio tras la limpieza, lo que deja una película que repele el agua y ralentiza la adherencia de suciedad o salitre. Esto es opcional, pero puede ayudar a mantener el brillo de la superficie y dar una protección extra frente a la corrosión.
Revisión de herrajes, juntas y burletes en aluminio
Las ventanas de aluminio llevan herrajes (bisagras, manetas, cerrojos) normalmente de acero u otros metales resistentes, pero que agradecen una lubricación periódica. Igualmente, cuentan con juntas de estanqueidad de goma o silicona para asegurar que no entren agua ni aire. Los cuidados recomendados son:
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Lubricación de herrajes: cada 6 meses aproximadamente, aplica un lubricante adecuado en las partes móviles: bisagras, mecanismos de apertura/cierre, manillas y guías. Es preferible un lubricante de silicona o aceite ligero específico para mecanismos, evitando aceites muy densos o con base de petróleo (que atrapan polvo). Después de engrasar, acciona los movimientos varias veces para distribuir bien el lubricante. Esto garantiza que las ventanas sigan abriendo y cerrando suavemente.
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Juntas y sellos: inspecciona al menos una vez al año las juntas de goma y sellos del perímetro. Si notas alguna junta agrietada, endurecida o desintegrándose, cámbiala de inmediato. Un burlete dañado compromete la hermeticidad y puede causar filtraciones de aire o agua. Mantén limpias las juntas (pásales un paño húmedo ocasionalmente) para que sellen bien; si alguna sección se despega, reaséntala o reemplaza el cordón de sellado. Igualmente revisa la silicona de junquillos y esquinas: con el tiempo podría necesitar reposición.
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Cierres y elementos de fijación: verifica que los cierres, tornillos y anclajes estén firmes. Con el uso y las vibraciones, es normal que algún tornillo pueda aflojarse ligeramente con los años (por ejemplo, los de las bisagras o manetas). Aprieta aquellos que detectes flojos para mantener todo bien ajustado. Si una cerradura o manilla se desajusta y no cierra correctamente, ajústala o sustituye la pieza dañada para garantizar la seguridad y estanqueidad.
Mantener herrajes engrasados y juntas en buen estado evitará ruidos, fricciones metálicas y sobretodo garantizará que la ventana siga siendo estanca. Estos pequeños cuidados preventivos evitan reparaciones mayores a futuro.
Prevención de filtraciones y deterioro por clima en aluminio
El aluminio, pese a ser resistente, puede verse afectado por condiciones climáticas extremas si no se toman precauciones adicionales:
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Corrosión y salinidad: en ambientes costeros, el aire salino puede acelerar la corrosión del aluminio expuesto. Aunque el aluminio no “oxida” como el hierro, sí puede aparecer corrosión superficial o manchas blancas (aluminio picado) si el acabado se ve comprometido. Para prevenirlo, lo más importante es la limpieza frecuente como mencionamos (eliminar salitre mensualmente). Además, si vives en primera línea de mar, asegúrate de que tus ventanas tienen un acabado apto para costa (por ejemplo anodizado marino o lacado de calidad) – esto se decide al comprarlas, pero en la etapa de mantenimiento puedes aplicar un sellador de silicona transparente en juntas o un spray anticorrosivo ligero en esquinas y uniones para impedir que la humedad salina se infiltre. También es recomendable que los herrajes (tornillería, bisagras) sean de acero inoxidable o material anticorrosivo en estas ubicaciones.
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Exposición solar: el sol intenso y constante puede con el tiempo afectar el acabado superficial. En perfiles lacados, la radiación UV puede degradar ligeramente el color o brillo después de muchos años. Para mitigar esto, mantén las superficies limpias (la suciedad puede agravar el efecto del sol) y, si notas el lacado muy desgastado, podrías repintar o lacar de nuevo la ventana pasado mucho tiempo. Por suerte, la mayoría de carpinterías de aluminio modernas vienen con lacados al horno muy duraderos y estables a los UV, por lo que no suele ser necesario repintar en décadas. Solo evita el uso de químicos agresivos que puedan quitar la capa de pintura protectora.
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Humedad y sellados: revisa periódicamente que no haya señales de filtraciones. Tras lluvias fuertes o temporales, chequea que no entren goteras por los bordes. Si ves humedad en el encuentro del marco con la pared, puede ser momento de renovar el sellador (masilla o silicona exterior). También vigila la condensación: en invierno, si se condensa agua en el interior sobre el aluminio, seca esas gotas para que no afecten a marcos u otras partes (el aluminio en sí no se daña por agua, pero la humedad constante puede generar moho en juntas o daños en paredes cercanas).
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Viento y partículas: después de una tormenta de viento fuerte o de una temporada con mucho polvo/polen en el aire, conviene limpiar los carriles de las ventanas (especialmente en correderas) y comprobar que no haya arenilla acumulada que pueda rayar el aluminio al abrir/cerrar. Los topes o burletes deben seguir en su sitio; reemplaza cualquiera que se despegó con el viento.
En resumen, el mantenimiento de las ventanas de aluminio se basa en limpiar regularmente y revisar sus juntas/herrajes. Así, a pesar del sol, la lluvia o incluso el salitre costero, tus ventanas de aluminio mantendrán su estética y funcionalidad durante muchos años.
Mantenimiento de ventanas de madera
Las ventanas con carpintería de madera aportan una belleza y calidez únicas en el hogar. Sin embargo, la madera es un material vivo que requiere un mantenimiento más cuidadoso para resistir la intemperie. Con los cuidados correctos, unas buenas ventanas de madera pueden durar décadas funcionando perfectamente, pero es importante ser constante. A continuación, detallamos cómo limpiar y proteger este tipo de ventanas, manteniendo sus herrajes en forma y evitando los estragos de sol, lluvia y humedad sobre la madera.
Limpieza de ventanas de madera (frecuencia y productos)
Para prevenir que la suciedad dañe el acabado de la madera, lo mejor es hacer limpiezas frecuentes y suaves. Basta con una limpieza ligera mensual de los marcos, usando un paño ligeramente humedecido en agua tibia. Pasa el paño por todo el marco para quitar polvo, polución o restos de insectos, y sécalo bien al terminar. No empapes en exceso la madera al limpiar, ya que el exceso de agua prolongada podría penetrar en el material.
En cuanto a productos, evita los químicos agresivos: no utilices lejía, amoníaco, disolventes fuertes ni estropajos duros sobre la madera. Estos productos pueden decolorar o atacar la capa de barniz/protección e incluso la propia madera. En su lugar, si la suciedad está incrustada, emplea un limpiador neutro o específico para madera diluido en agua. Por ejemplo, jabones neutros o un limpiamaderas suave. Aplica siempre el producto sobre el paño, no directamente sobre la madera, y asegúrate de secar completamente después para que no quede humedad.
El vidrio se puede limpiar con limpiacristales común, cubriendo antes la madera alrededor para que el aerosol no la manche. Y no olvides repasar también las ranuras y esquinas donde se acumula polvo; puedes usar un pincel suave o la aspiradora con cuidado.
Mantenimiento de herrajes, juntas y sellados en madera
Las ventanas de madera modernas suelen llevar herrajes ajustables de metal (bisagras, mecanismos abatibles/oscilobatientes, manillas, etc.) al igual que otros tipos de ventanas. Además, tienen juntas de estanqueidad (burletes de goma, felpas) para asegurar que cierran herméticas. Los pasos de mantenimiento son muy parecidos:
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Engrase de herrajes: aplica aceite lubricante una vez al año en bisagras, pernios, manivelas y mecanismos de apertura/cierre. Puedes usar un aceitera con pico o un pincel pequeño para llegar bien a las bisagras y cerraduras. Con una pequeña cantidad es suficiente; luego mueve la ventana para que penetre. Esto previene que los herrajes se agarroten u oxiden (especialmente importante en casas costeras donde incluso los herrajes galvanizados pueden corroerse si no se lubrican). Nota: si tu ventana de madera es corredera (tipo guillotina o corredera horizontal), consulta las indicaciones del fabricante para lubricar los rieles; normalmente se usan productos especiales para no dañar los componentes de nylon o plástico.
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Revisión de juntas y burletes: cada seis meses inspecciona las juntas de goma o felpudos que sellan la ventana. Estas juntas suelen ir en el marco o la hoja para garantizar que no entre aire ni agua cuando está cerrada. Si notas alguna sección suelta, fuera de lugar o muy aplastada, considera reemplazarla por una nueva (son relativamente fáciles de cambiar y baratas). Verifica también el sellado entre el vidrio y la madera (los junquillos y el cordón de masilla o silicona que puede haber alrededor del vidrio). Si ese sellado estuviera agrietado o despegado, habrá infiltraciones de agua y pérdida de aislamiento, así que conviene renovarlo con masilla o silicona para exteriores. Mantener en buen estado estos sellos evita que la lluvia se filtre y cause hinchazón o pudrición de la madera.
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Ajustes de cierres y elementos móviles: comprueba que las manillas, cremonetas, fallebas u otros sistemas de cierre funcionan bien. Si alguna pieza está floja, aprieta sus tornillos. En ventanas antiguas de madera, a veces conviene ajustar las bisagras (muchas tienen tornillos de regulación) para eliminar holguras que dejan entrar aire. Si no te ves cómodo haciendo esto, llama a un profesional para un ajuste fino.
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Pequeñas reparaciones: la madera puede sufrir pequeños desperfectos (una esquinita golpeada, una grieta en la capa de pintura, etc.). No las dejes pasar: lija suavemente la zona dañada y reaplica barniz o pintura de retoque donde falte, o cambia ese pequeño listón astillado. Solucionar enseguida los daños menores evita que se agraven (por ejemplo, una grieta en la pintura puede dejar entrar humedad y derivar en una grieta mayor o en hongos).
Protección de la madera ante sol, humedad y clima (y cuidados estacionales)
El gran enemigo de la madera exterior es la exposición continuada a los elementos. Con el paso del tiempo, el sol puede decolorar el acabado o agrietar el barniz, y la humedad constante puede causar hinchazón, moho o podredumbre. Para prevenir estos problemas, es fundamental mantener la madera protegida con lasures, aceites o barnices adecuados:
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Reaplicación de barniz o lasur: Según el acabado que tenga tu ventana (barniz transparente, lasur al aceite, pintura, etc.) deberás renovar la capa protectora cada cierto tiempo. Una regla general: aplica una nueva capa de barniz o lasur cada 2-3 años en condiciones normales, o cada año si tu clima es especialmente duro (zonas de mucho sol directo, lluvia frecuente o alta humedad). Siempre observa el estado del acabado: si ves que empieza a perder brillo, decolorarse o descascarillarse, es hora de lijar ligeramente la superficie y aplicar la capa de renovación antes de que la madera quede expuesta. Los lasures al aceite son muy recomendables, ya que penetran en la madera y la nutren, manteniéndola flexible e hidratada para que no se agriete. Los barnices con filtro UV también ayudan a bloquear el daño solar y conservar el color de la madera. Consulta en tu tienda de pinturas por productos especiales para exterior y sigue las instrucciones del fabricante en cuanto a capas y secado.
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Control de la humedad: La humedad prolongada es muy perjudicial para la madera. Evita que la madera se empape durante mucho tiempo. Si tus ventanas están expuestas a lluvia directa, verifica que tengan goterones o vierteaguas adecuados para que el agua escurra y no quede estancada en el marco. Después de una tormenta fuerte, si notas que la madera se ha mojado más de lo habitual (por ejemplo, entró agua al interior al dejar la ventana abierta), sécala cuanto antes con un paño. En climas muy húmedos o casas poco ventiladas, puede acumularse condensación en la cara interior de las ventanas; en ese caso ventila regularmente las estancias para reducir la humedad ambiental. Una buena ventilación previene la aparición de hongos o moho en la madera. Asimismo, revisar y mantener en buen estado los sellados (como ya comentamos) impedirá que se filtre agua de lluvia hacia la madera del interior del marco.
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Zonas costeras: la madera en ambientes marinos sufre un doble desafío: la humedad salina. Aunque la sal no “corroe” la madera como al metal, sí puede atraer humedad y favorecer hongos. Si tu vivienda está cerca del mar, es aún más importante respetar los intervalos de mantenimiento mencionados (limpieza frecuente y barnizado anual) para que la carpintería esté siempre bien sellada frente al agua. Considera usar barnices marinos o productos específicos para náutica, pensados para resistir salinidad. Y, como siempre, mantén los herrajes engrasados para que el aire salino no los oxide.
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Frío y calor extremos: los cambios bruscos de temperatura pueden hacer que la madera dilate o contraiga ligeramente. En invierno, vigila que la pintura no haya agrietado con las heladas; en verano, cuida que el sol no reseque la madera en exceso (aplicar aceite de teca u otro aceite natural al final del verano puede ayudar a rehidratar ventanas de madera expuestas). Si alguna hoja de ventana roza de repente en verano o invierno, puede ser por la dilatación; un pequeño ajuste en la bisagra o lijar mínimamente donde roza puede solucionar el problema.
En resumen, las ventanas de madera requieren un mantenimiento más activo, pero a cambio ofrecen un excelente aislamiento y estética. La clave está en la prevención: mantener la madera protegida con un buen acabado, evitar la humedad prolongada y realizar pequeñas tareas regulares de limpieza e inspección. Así tus ventanas de madera se mantendrán sólidas, estancas y bonitas durante muchos años.
Mantenimiento de ventanas de carpintería mixta (madera-aluminio)
Las llamadas ventanas mixtas combinan lo mejor de dos mundos: suelen tener aluminio en el exterior (de cara a la intemperie) y madera en el interior (aportando calidez en la decoración). Este diseño busca reducir el mantenimiento exterior (protegiendo la madera con el aluminio) sin renunciar a la estética interior de la madera. Aun así, requieren ciertas atenciones que describimos a continuación, basadas en las rutinas ya explicadas para cada material:
Limpieza de ventanas mixtas
Para la parte exterior de aluminio, aplica las mismas recomendaciones que para una ventana de aluminio convencional: limpieza periódica (mínimo un par de veces al año) con agua y jabón neutro, evitando productos agresivos. Mantén el lacado exterior limpio de polvo, y si vives en zona de mucho polvo o salitre, recuerda enjuagar con más frecuencia esa cara externa.
En cuanto a la cara interior de madera, al no estar expuesta a la lluvia ni al sol directo, su mantenimiento es mucho más sencillo. No necesita barnizados tan frecuentes ni cuidados intensivos porque el aluminio la protege de las inclemencias. Básicamente, límpiala igual que limpiarías cualquier mueble de madera interior: pasa un paño suave seco o ligeramente humedecido para quitar el polvo cuando hagas la limpieza de la casa. Puedes usar un limpiamaderas ocasionalmente para nutrir o dar brillo, pero sin exceder la humedad (rocía el producto en el paño, no directamente). La suciedad fuerte no suele ser problema en la cara interior, pues está en un ambiente controlado.
Herrajes, juntas y mantenimiento general en ventanas mixtas
Las ventanas mixtas comparten los mismos sistemas de apertura y sellado que otros modelos, así que sus rutinas de mantenimiento de herrajes y juntas son idénticas a las ya mencionadas:
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Lubrica bisagras, mecanismos y cerraduras una vez al año (por ejemplo con aceite de máquina o spray de silicona ligero) para que todo funcione suave y protegido contra la corrosión.
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Revisa las juntas de goma y burletes anualmente. Dado que las juntas exteriores están sobre aluminio, sufren similar desgaste que en una ventana de aluminio: comprueba que sigan flexibles y sin roturas, sustituyendo las dañadas. Las juntas interiores sobre la madera casi no se degradan al no estar expuestas, pero échales un vistazo igualmente.
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Verifica el estado del sellado entre el aluminio y la madera si tu modelo lo permite (algunas ventanas mixtas tienen la madera estructural unida al aluminio exterior; otras tienen un pequeño espacio ventilado entre ambos). En general, este ensamblaje viene de fábrica listo para no requerir mantenimiento, pero asegúrate de que no haya separación o juego entre ambas partes.
En definitiva, aplican los mismos consejos que para ventanas de aluminio y madera, pero la buena noticia es que la madera interior no sufre las inclemencias del tiempo gracias al escudo de aluminio exterior. Esto significa que la necesidad de repintar o barnizar la madera se reduce drásticamente (pueden pasar muchos años antes de que el barniz interior necesite renovación, dependiendo de la calidad del acabado inicial). Aun así, no la descuides: si notas que el barniz interior perdió brillo con el tiempo, podrías darle una mano de renovador, pero suele ser puramente estético.
Prevención de filtraciones y cuidados en clima extremo para ventanas mixtas
Las ventanas mixtas están diseñadas para maximizar la durabilidad: el aluminio exterior bloquea la lluvia, el sol y el viento, protegiendo completamente la madera interior. Gracias a esto, los problemas de filtraciones o deterioro por clima se minimizan:
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Filtraciones de agua: como en cualquier ventana, asegúrate de que los sellos exteriores (juntas y siliconas) se mantengan en buen estado para que no entre agua. Si la ventana mixta tiene un canal de drenaje entre el aluminio y la madera, verifica que esté limpio. Tras lluvias muy fuertes, una inspección visual es suficiente para confirmar que no hay humedades anómalas en la parte interior de madera (lo normal es que esté totalmente seca siempre).
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Sol y decoloración: el aluminio exterior toma toda la radiación UV, por lo que la madera interior está a salvo de decolorarse por el sol. Solo podría afectarle ligeramente la luz solar que entra por el vidrio, pero es indirecta y muchísimo menor. Por tanto, no tendrás que preocuparte por el sol en la madera. El aluminio exterior, como ya dijimos, conviene mantenerlo limpio para que no pierda color con los años.
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Humedad y condensación: igual que con ventanas de madera, mantén ventilada la vivienda para que no haya condensación excesiva en los cristales que pueda humedecer la madera interior. Si vives en un clima muy húmedo, vigila que no aparezca moho en el junquillo interior; en caso de que sí, limpia con un paño con vinagre diluido o un producto antifúngico suave, y ventila más a menudo esa habitación.
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Zonas costeras o industriales: la rutina del aluminio exterior debe intensificarse en estos entornos. Limpia el aluminio con agua dulce cada mes para retirar salitre o polución, tal como harías con cualquier ventana de aluminio en costa. La madera interior, al estar encapsulada, no recibirá salitre, pero igualmente mantener la casa limpia y sin humedad alta ayudará a que todo esté en óptimas condiciones.
En conclusión, las ventanas mixtas ofrecen alto rendimiento con bajo mantenimiento. Solo exige atender la parte de aluminio (limpieza y revisión de sellos) y unos cuidados mínimos a la madera interior. Podrás disfrutar de la estética de la madera sin el pesado mantenimiento exterior que esta requeriría en solitario. Por eso son una elección inteligente en climas extremos: combinan resistencia y belleza a partes iguales.
Resumen de tareas de mantenimiento por tipo de carpintería
A modo de recapitulación, recopilamos en la siguiente tabla las tareas básicas de mantenimiento para cada tipo de ventana y sus intervalos orientativos. Así podrás planificar el cuidado de tus ventanas de un vistazo:
Tipo de carpintería | Limpieza (frecuencia y método) | Herrajes y juntas <br>(revisión y lubricación) | Clima y cuidados estacionales |
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PVC | Limpiar cada 3-6 meses (depende de uso/entorno) con agua tibia y jabón neutro. Evitar abrasivos, disolventes o amoniaco. | Revisar y limpiar juntas de goma 1-2 veces al año; lubricar bisagras, manillas y cierres anualmente con aceite ligero. Comprobar que el cierre selle bien. | Muy resistente al sol y la humedad. En zonas costeras, enjuagar mensualmente para quitar salitre. Tras tormentas de polvo o lluvia, verificar desagües limpios y secar la madera interior si se humedeció. |
Aluminio | Limpiar al menos 2 veces al año (mensual en ambientes marinos o industriales). Usar agua y detergente neutro; no usar ácidos ni estropajos que rayen. Aclarar y secar bien. | Engrasar bisagras y mecanismos cada ~6 meses con lubricante de silicona o aceite no grasoso. Revisar juntas de estanqueidad una vez al año; reemplazar burletes si están agrietados. Aprietar tornillos sueltos de herrajes si es necesario. | Aplicar mantenimiento preventivo contra corrosión: limpieza frecuente del salitre en la costa. Se puede encerar el aluminio para proteger. Comprobar sellados después de lluvias intensas; renovar silicona exterior si hay filtraciones. Proteger del viento cerrando bien las hojas; quitar polvo de carriles tras temporales. |
Madera | Limpieza suave mensual con paño húmedo (agua tibia). Secar inmediatamente. No emplear lejía, amoníaco ni disolventes fuertes que dañen el barniz. | Lubricar herrajes (bisagras, manivela) una vez al año. Revisar juntas de goma y sellos dos veces al año; sustituir si presentan desgaste. Reparar pequeños desperfectos en la madera (grietas, astillas) en cuanto aparezcan. | Renovar barniz o lasur de protección cada 1-3 años según exposición (más frecuente con sol intenso o lluvia). Proteger de humedad: ventilar para evitar condensación y secar la madera tras lluvias fuertes. Usar barnices con filtro UV y productos fungicidas si el clima lo requiere. En costa, emplear acabados marinos y mantenimiento más seguido por la salinidad. |
Mixta (Aluminio-Madera) | Aluminio (exterior): limpiar igual que una ventana de aluminio, mínimo 2 veces al año con agua y jabón neutro (más a menudo si hay salitre). Madera (interior): limpieza ocasional con paño seco o ligeramente húmedo para retirar polvo. La cara interna no acumula suciedad difícil. |
Seguir las mismas rutinas que para otros materiales: lubricar herrajes anualmente, revisar juntas exteriores en aluminio y burletes interiores en madera. La madera interior viene tratada de fábrica, no requiere repintado frecuente, solo observar su buen estado. | Mínimo mantenimiento climático: la madera interior no sufre el sol, la lluvia ni el viento gracias al aluminio exterior. No obstante, en clima muy húmedo, ventilar para evitar condensación interior. En zonas costeras, cuidar el aluminio exterior como se indicó (limpieza mensual de salitre, etc.) y herrajes inoxidables. La estética de la madera se conserva por años sin esfuerzo. |
Conclusión: mantenimiento e inspecciones profesionales
En definitiva, mantener tus ventanas exteriores en buenas condiciones no es complicado si sigues estas pautas específicas para cada material. La limpieza regular, la lubricación de herrajes y la atención a las juntas de sellado previenen la mayoría de los problemas antes de que aparezcan. Esto se traduce en ventanas que aíslan bien, sin filtraciones de aire ni agua, fáciles de manejar y con una apariencia impecable a pesar del paso del tiempo.
Recuerda que un buen mantenimiento va de la mano con la inspección profesional periódica. En Hausum, somos expertos en inspecciones técnicas de viviendas. Nuestros técnicos pueden revisar el estado de elementos clave de tu casa –incluidas las ventanas– para detectar desgastes ocultos o puntos débiles antes de que se conviertan en averías costosas. Un mantenimiento proactivo, junto con las inspecciones de Hausum, te asegura unas ventanas siempre en óptimo estado y un hogar más cómodo, eficiente y libre de sorpresas indeseadas. ¡Confía en la experiencia profesional de Hausum para cuidar tu vivienda mientras tú disfrutas de todas sus ventajas!
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