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Las ventanas son un elemento de carpintería exterior fundamental para la eficiencia energética de una vivienda. Alrededor del 25–30% de la energía térmica de un hogar se escapa a través de ventanas ineficientes, impactando directamente en el consumo de calefacción y aire acondicionado. Unas ventanas bien aisladas mejoran el confort interior y reducen las facturas energéticas, por lo que muchos propietarios buscan mejorar el aislamiento térmico de sus ventanas para ahorrar energía. En este artículo explicaremos conceptos clave como la transmitancia térmica (valor U), el papel del acristalamiento (doble o triple, gas argón, vidrios bajo emisivos), la influencia del marco (PVC, madera, aluminio con o sin RPT), el factor solar (g) y la importancia de una instalación correcta. Además, aprenderás a leer la etiqueta energética de una ventana (marcado CE y clasificación europea) y te daremos recomendaciones prácticas para elegir las ventanas más eficientes según la zona climática de tu vivienda.

¿Qué es la transmitancia térmica (valor U) y por qué es importante?

La transmitancia térmica, expresada como valor U (W/m²·K), mide la cantidad de calor que atraviesa un material por cada metro cuadrado y por cada grado de diferencia de temperatura entre el interior y el exterior. En términos sencillos, indica el nivel de aislamiento: cuanto más bajo es el valor U, mejor aislada térmicamente está la ventana. Un valor U reducido se traduce en menor pérdida de calor en invierno y menor entrada de calor en verano, lo que implica un menor consumo energético y un hogar más confortable.

En el caso de las ventanas (valor Uw para el conjunto), la transmitancia térmica es especialmente relevante porque las ventanas son puntos débiles de la envolvente térmica del edificio. Una ventana con U elevado permitirá fugas de calor en invierno (enfriando la casa) y ganancia de calor excesiva en verano, obligando a los sistemas de climatización a trabajar más. Por ello, normativas como el Código Técnico de la Edificación (CTE) imponen valores U máximos según zonas climáticas para asegurar cierto nivel de aislamiento en las ventanas de obra nueva o rehabilitación. En definitiva, el valor U es el indicador clave de la eficiencia térmica de una ventana: una diferencia de unos pocos décimos puede suponer ahorros significativos en consumo de energía a lo largo del año.

¿De qué depende el valor U de una ventana? Principalmente de sus componentes: el acristalamiento (valor Ug del vidrio) y el marco (valor Uf del perfil), además de las juntas y elementos de unión. El Uw (Window) combina el aporte de vidrio, marco y un factor Ψ para los puentes térmicos lineales en los bordes. A continuación, examinamos cómo cada parte influye en el aislamiento.

Acristalamiento de alto rendimiento: doble, triple, gas argón y vidrios bajo emisivos

El vidrio suele ocupar entre el 70% y 90% de la superficie de una ventana, por lo que su capacidad aislante es crucial. Las ventanas antiguas de un solo cristal (monolíticas) tenían un aislamiento muy pobre. En cambio, el doble acristalamiento (dos vidrios separados por una cámara estanca) reduce la transmitancia térmica a menos de la mitad respecto al vidrio sencillo. Si además esa cámara se rellena con un gas noble como el argón (en vez de aire), el aislamiento mejora aún más, ya que estos gases conducen menos el calor. De hecho, un doble acristalamiento con gas argón y capa bajo emisiva puede superar en eficiencia a un triple acristalamiento sin tratamientos especiales. Por eso, hoy se recomienda escoger Unidades de Vidrio Aislante (UVA) de calidad: doble o triple vidrio con cámara sellada y, preferiblemente, rellena de argón para maximizar la resistencia térmica.

  • Vidrios bajo emisivos (Low-E): incorporan un recubrimiento metálico microscópico (óxidos de plata, indio u otros) depositado en una o varias caras del vidrio. Este revestimiento reduce la emisividad del cristal, es decir, disminuye la radiación de calor a través del vidrio sin impedir el paso de la luz visible. En la práctica, un vidrio bajo emisivo refleja de vuelta el calor infrarrojo (calefacción) hacia el interior en invierno y bloquea parte del calor solar en verano, mejorando enormemente el aislamiento térmico del acristalamiento. Es un componente casi obligatorio en ventanas de altas prestaciones actuales.

  • Cámara estanca con gas argón (u otro gas noble): reemplazar el aire entre vidrios por argón o kriptón reduce la conductividad térmica en la cámara y, por tanto, baja el valor Ug del acristalamiento. Según estudios de FENERCOM, una doble ventana con argón + vidrio Low-E aísla más que un triple acristalamiento sin estas mejoras. El argón es más denso que el aire y conduce menos calor, logrando un plus de aislamiento prácticamente sin afectar la transparencia.

  • Triple acristalamiento: añade una tercera hoja de vidrio y una segunda cámara. En climas muy fríos, el triple acristalamiento puede reducir aún más el valor U, pero sus rendimientos pueden ser similares a un doble acristalamiento optimizado con gas y Low-E. Además, añade peso y costo. Por eso, conviene evaluarlo según la zona climática: suele recomendarse en zonas de frío extremo o en casas passivhaus, mientras que en climas moderados puede no compensar si la doble hoja ya cumple con creces las necesidades.

  • Separadores térmicamente mejorados («Warm Edge»): Son perfiles intercalarios de borde hechos de material aislante (plástico reforzado con fibra, por ejemplo), en lugar de aluminio. Se sitúan entre los vidrios, en el perímetro de la cámara. Los espaciadores warm edge reducen el puente térmico en el borde del acristalamiento, mejorando ligeramente el valor U global y disminuyendo el riesgo de condensación en los bordes internos. Son recomendables para evitar ese efecto de «frío» en el contorno de la ventana y maximizar la eficiencia del doble o triple vidrio.

Ventana de altas prestaciones con triple acristalamiento, gas noble en la cámara (2), separadores térmicos tipo «Warm Edge» (4) y perfil de aluminio con rotura de puente térmico (5). Estas características reducen la transmitancia térmica y mejoran la eficiencia energética global de la ventana.

  • Vidrios de control solar: Además de los Low-E tradicionales (enfocados a retener calor en invierno), existen vidrios con capa de control solar diseñados para bloquear gran parte de la radiación solar incidente. Suelen usarse en zonas de mucho sol o en grandes ventanales orientados al sur/oeste para evitar el efecto invernadero en verano. Estos vidrios tienen un factor solar (g) bajo, dejando pasar la luz pero no el calor. Por ejemplo, un vidrio selectivo moderno puede dejar pasar ~70% de luz natural pero solo ~37% del calor solar. Más adelante explicamos en detalle el factor solar, pero ten en cuenta que los vidrios de control solar mantienen la casa más fresca en verano, evitando sobrecalentamientos sin sacrificar luminosidad. Son recomendables en climas cálidos o viviendas con amplias superficies acristaladas expuestas al sol.

En resumen, para optimizar el acristalamiento de tus ventanas: elige al menos doble acristalamiento con cámara sellada y vidrio bajo emisivo, preferiblemente con argón. En climas fríos o si buscas máximo aislamiento, valora triple acristalamiento (con Low-E y gas). Y en climas soleados, considera vidrios de control solar o selectivos que combinen baja emisividad y control solar. Un buen acristalamiento puede reducir a la mitad o más las pérdidas de calor respecto a una ventana antigua de un solo cristal, mejorando radicalmente la eficiencia energética de tu vivienda.

El marco de la ventana: PVC, madera o aluminio con RPT

Aunque ocupa menos superficie que el vidrio, el marco de la ventana también influye en el aislamiento. Un perfil de marco mal aislado actuará como un puente térmico, enfriando los bordes del hueco. Por ello, es importante elegir bien el material de la carpintería:

  • PVC (Policloruro de vinilo): Es un material plástico con muy baja conductividad térmica. Los perfiles de ventanas PVC modernas son multicámara (varios alveolos internos) que dificultan el paso del calor. Esto permite lograr valores de Uf (transmitancia del marco) muy bajos, típicamente en torno a 1.0–1.5 W/m²·K o incluso menos. Por ejemplo, sistemas de PVC con 5–7 cámaras alcanzan Uf ≈1,1 W/m²·K, considerado altamente aislante. Además, el PVC no requiere rotura de puente térmico adicional porque ya es aislante por su naturaleza. Como ventajas añadidas, las ventanas de PVC suelen ser económicas y requieren poco mantenimiento. Por todo ello, el PVC es una de las opciones más populares para maximizar la eficiencia energética.

  • Madera: La madera es un material naturalmente aislante (mejor que el aluminio y cercano al PVC en conductividad). Un buen marco de madera bien tratado proporciona un excelente aislamiento térmico. Además, la madera ofrece estética tradicional y es un material sostenible. Sus inconvenientes pueden ser el mayor mantenimiento (repintado, protección contra humedad) y coste más elevado dependiendo de la especie. No obstante, ventanas de madera (o mixtas madera-aluminio) de calidad siguen siendo de las más eficientes térmicamente. Con madera se logran valores Uf bajos sin necesidad de insertos especiales, dado que la madera tiene baja transmitancia térmica por sí misma.

  • Aluminio (con o sin RPT): El aluminio es un material muy resistente y duradero, pero conductor térmico. Una ventana de aluminio sin RPT (Rotura de Puente Térmico) genera un fuerte puente térmico: en invierno el marco metálico transmite el frío exterior directamente al interior. Por eso, ya no se recomienda aluminio sin RPT en climas fríos o viviendas que busquen eficiencia energética. La solución es el aluminio con Rotura de Puente Térmico, que incorpora en el interior del perfil unas láminas o varillas aislantes (generalmente de poliamida reforzada con fibra de vidrio) que interrumpen la transmisión de calor a través del metal. Estos perfiles bicolor (aluminio-exterior / aislante intermedio / aluminio-interior) reducen drásticamente la conductividad del marco. Un buen aluminio con RPT puede alcanzar valores Uf ~1,0 W/m²·K, similares al PVC, cumpliendo incluso estándares Passivhaus. En cambio, un aluminio sin rotura podría tener Uf > 5 W/m²·K (muy poco aislante). Por tanto, si eliges aluminio, asegúrate de que tenga RPT. Actualmente prácticamente todas las series de aluminio para vivienda incorporan RPT, pero conviene verificarlo.

En términos de eficiencia pura, PVC, madera y aluminio con RPT bien diseñados pueden ofrecer aislamientos comparables (Uf alrededor de 1 W/m²·K en gamas altas). La elección dependerá entonces de preferencias estéticas, presupuesto y mantenimiento. Si priorizas el aislamiento térmico, evita perfiles de aluminio sin ruptura o muy estrechos, e inclínate por secciones multicámara y con materiales poco conductores. También existen sistemas híbridos, como aluminio-madera (aluminio exterior y madera interior), que combinan la resistencia del aluminio con la calidez y aislamiento de la madera.

Factor solar (valor g): ¿cómo influye la radiación solar en verano e invierno?

Además de las pérdidas por transmitancia (U), las ganancias solares a través de la ventana juegan un papel clave en la eficiencia estacional. El factor solar (g) de un acristalamiento es la fracción de la energía solar total incidente que éste deja pasar al interior. Incluye tanto la luz solar directa transmitida como el calor re-irradiado tras calentar el vidrio. Se expresa en un valor entre 0 y 1 (o en %). Cuanto más bajo es el valor g, menos calor del sol entra por la ventana.

  • En verano o climas cálidos, conviene que el vidrio tenga un factor solar bajo para minimizar la entrada de calor. Un vidrio con g=0,30–0,50 (30–50%) bloquea la mayor parte del calor solar manteniendo la casa más fresca. Esto es ideal en orientaciones sur/oeste, áticos soleados o zonas donde el control solar es prioritario. Menos calor entrante significa menor uso de aire acondicionado. Ejemplo: Un vidrio con g=0,37 dejará fuera el 63% del calor del sol, ayudando a evitar sobrecalentamientos en verano.

  • En invierno o climas fríos, puede interesar lo contrario: aprovechar las ganancias solares para calentar naturalmente la vivienda. En ese caso, es preferible un vidrio con g alto (≥0,60) que deje pasar más del 60% de la energía solar. Así, en días soleados de invierno, la radiación que entra por la ventana aporta calor gratuito (efecto invernadero), reduciendo la carga de la calefacción. Ejemplo: Ventanas orientadas al sur en climas fríos suelen usar vidrios con g elevado para maximizar las ganancias solares en invierno, aunque habrá que protegerlas en verano.

Lo óptimo es buscar un equilibrio. En climas mixtos (invierno frío / verano cálido, como el centro de España) se utilizan vidrios selectivos, que combinan baja emisividad con cierto control solar. Estos logran un factor solar moderado (ej. g≈0,5) que permite ganancias en invierno sin disparar el calor en verano. Además, es recomendable recurrir a sombreamientos móviles (persianas, toldos, cortinas) en verano, ya que incluso con un vidrio de buen factor solar, la protección exterior (toldo, voladizo) puede evitar gran parte de la radiación directa. De hecho, el aprovechamiento óptimo de los sistemas de sombreado complementa la eficiencia de la ventana: en verano, bajar persianas o extender toldos en horas de máximo sol puede reducir notablemente las ganancias de calor, mientras que en invierno se pueden mantener abiertos para captar más sol.

Resumen: El valor g determina si una ventana será beneficiosa o perjudicial según la época del año. Para climas donde el verano es crítico, busca vidrios de control solar con g bajo. Para climas fríos, vidrios con g más alto (siempre junto con baja emisividad) para obtener calor solar. Y en todos los casos, considera la orientación: en fachadas norte el factor solar es menos relevante (poco sol directo), pero en fachadas sur y oeste es decisivo. Combinar bajo U + g apropiado + sombreado te permitirá optimizar el comportamiento bioclimático de tus ventanas invierno-verano.

La importancia de una buena instalación

De nada sirve comprar la ventana más aislante del mercado si no se instala correctamente. Una mala instalación puede provocar filtraciones de aire, puentes térmicos alrededor del marco y pérdida de las prestaciones anunciadas. De hecho, una buena ventana mal instalada… es una mala ventana. Se estima que hasta el 85% de las patologías o problemas en obra relacionados con ventanas se deben a una instalación deficiente. Esto incluye ventanas desencajadas, mal selladas o mal niveladas que dejan pasar aire o humedad.

Por eso, es fundamental que la colocación la realicen profesionales cualificados, siguiendo normas de calidad. En España existe la norma UNE 85219:2023 que establece los criterios técnicos para la instalación de ventanas (fijación, sellado perimetral, nivelación, estanqueidad, etc.), con el fin de asegurar que la ventana mantenga sus prestaciones térmicas y acústicas una vez instalada. Una correcta instalación debe garantizar:

  • Estanqueidad al aire y al agua: Todos los perímetros deben sellarse con materiales adecuados (espuma expansiva, masilla, bandas estancas) para que no haya infiltraciones de aire ni filtraciones de lluvia alrededor del marco. Un simple chorro de aire entrando por una junta mal sellada puede reducir drásticamente la eficiencia energética de la ventana.

  • Rotura de puentes térmicos en el encuentro con el muro: Se deben instalar materiales aislantes (ej. cintas expansivas impregnadas, planchas aislantes) entre el marco de la ventana y la obra, evitando contacto directo que cree un puente térmico. También hay que tener cuidado con el cajón de persiana, si existe, pues es otro punto crítico de fuga térmica.

  • Nivelación y anclaje firmes: La ventana debe quedar bien aplomada y sujeta, sin holguras. Una ventana mal nivelada puede no cerrar herméticamente. Asimismo, un mal ajuste puede generar huecos donde circule el aire.

En casa, algunos indicadores de mala instalación son: que entre aire por el contorno (se nota corriente o se mueve la llama de una vela cerca del marco), que se formen condensaciones entre vidrios o en bordes (señal de mal sellado), dificultades para abrir/cerrar, o ruidos exteriores excesivos. Si detectas algo así, conviene revisar la instalación. En resumen: una ventana eficiente necesita una instalación igual de eficiente para alcanzar su máximo rendimiento.

Etiqueta energética de las ventanas y certificaciones (CE, marcado europeo)

Para ayudar a los consumidores a comparar el rendimiento de distintas ventanas, se ha desarrollado una Etiqueta de Eficiencia Energética de Ventanas similar a la de los electrodomésticos. En España y la UE, esta clasificación (impulsada por ASEFAVE, la Asociación de Fabricantes de Ventanas) evalúa la eficiencia térmica tanto en invierno como en verano. Es voluntaria para los fabricantes, pero muy útil: permite identificar de forma objetiva qué ventanas aíslan mejor, basándose en sus prestaciones técnicas medidas según normas europeas.

¿Cómo leer la etiqueta energética de una ventana? En la etiqueta se presentan dos clasificaciones: una para el comportamiento en invierno (pérdidas de calor) y otra para el verano (control de calor). La escala de invierno va desde A (muy eficiente) hasta G (muy deficiente), con código de colores del verde al rojo, semejante a otros productos. La clasificación de verano, por su parte, suele indicarse con estrellas (★): tres estrellas para la máxima eficiencia estival (minimiza ganancias solares) hasta una estrella para la mínima. De este modo, una ventana puede tener por ejemplo clase A en invierno y ★★ (dos estrellas) en verano, indicando que abriga muy bien en invierno y ofrece un control solar medio en verano. En la propia etiqueta se suele recomendar para qué zona climática es adecuada esa ventana (por ejemplo, una ventana clase A invierno / ★★★ verano sería ideal para climas extremos tanto fríos como cálidos).

Además de las letras y estrellas, la etiqueta incluye datos técnicos clave que conviene revisar:

  • Uw – Transmitancia térmica de la ventana: Valor en W/m²·K que indica cuánto calor pierde la ventana. Cuanto más bajo, mejor aislamiento. Las mejores ventanas del mercado hoy tienen Uw alrededor de 1,0–1,5 W/m²·K o incluso menor. Un Uw ≤ 1,5 se considera excelente, mientras que valores por encima de 2,0 W/m²·K reflejan un aislamiento pobre. Este número proviene del marcado CE del fabricante (ensayos normalizados). Al comparar ventanas, fíjate en este dato: una diferencia de, por ejemplo, 1,2 vs 2,4 W/m²·K supone el doble de pérdida de calor a través de la ventana.

  • g – Factor solar del vidrio: Indica qué fracción de la energía solar entrante atraviesa el acristalamiento. Se expresa entre 0 y 1 (o en %). Un g bajo (≈0,3–0,5) significa vidrio con control solar, que bloquea más del 50–70% del calor solar. Un g alto (≈0,6–0,7) indica que deja pasar más calor, útil en zonas frías para ganar calor del sol. La etiqueta te mostrará este valor; compáralo con las necesidades de tu clima y orientación. Por ejemplo, para una casa en clima cálido convendrá g bajo, mientras que en clima frío puede aprovecharse un g alto.

  • Clase de permeabilidad al aire: Es un índice (Clase 1 a 4) que mide la hermeticidad de la ventana cuando está cerrada. La Clase 4 es la mejor (mínimas filtraciones de aire), mientras que Clase 1 es la más baja. Una alta permeabilidad (clase baja) implica que se colará aire frío en invierno y caliente en verano, reduciendo el confort y la eficiencia. Lo ideal es que la ventana tenga permeabilidad clase 4, sobre todo en climas ventosos o si tu casa está muy expuesta. Este dato también proviene del certificado CE. Siempre que sea posible, elige ventanas con clase 3 o 4 en permeabilidad al aire.

La etiqueta energética de la ventana resume estos valores de forma comprensible, otorgando las clasificaciones A/B/C… y estrellas. Por ejemplo, según un caso práctico: una ventana Clase A (invierno) suele implicar Uw ≤ 1,4 W/m²·K, factor solar ≤ 0,5 (tiene vidrios de control solar) y permeabilidad clase 4. En cambio, una ventana Clase D o inferior tendrá Uw > 2,2, sin control solar y baja estanqueidad, propia de modelos antiguos poco eficientes. Si tus ventanas actuales están en esas clases bajas (E, F o G), conviene sustituirlas cuanto antes, ya que provocan grandes pérdidas de energía y mal confort.

Marcado CE: Es importante mencionar que toda ventana vendida en la UE debe llevar el marcado CE. Este no es una calificación de eficiencia, sino un certificado obligatorio de que la ventana cumple con los requisitos esenciales (seguridad, estanqueidad, aislamiento, etc.) según la norma armonizada UNE-EN 14351-1. Dentro del marcado CE, el fabricante declara las prestaciones de la ventana, incluyendo su valor Uw, la permeabilidad al aire, aislamiento acústico, resistencia al viento, estanqueidad al agua, etc.. Al comprar una ventana, comprueba que tenga su etiqueta de marcado CE, lo que garantiza que ha pasado por ensayos oficiales. Ten en cuenta que la etiqueta energética mencionada antes utiliza precisamente esos datos del marcado CE para clasificar la ventana. Es decir, la eficiencia A, B, C… se calcula a partir de las prestaciones declaradas en CE (Uw, g, etc.), combinadas con supuestos de clima.

Otras certificaciones: En Europa existen sellos adicionales de calidad energética para ventanas. Por ejemplo, algunas ventanas de alta gama obtienen la certificación Passivhaus (del instituto alemán Passivhaus), que asegura que cumplen exigentes estándares de aislamiento (generalmente Uw ≤ 0,8 W/m²·K, entre otros criterios). También, a nivel de edificaciones, el Certificado de Eficiencia Energética del Edificio valorará positivamente que las ventanas sean eficientes (incluso suele recomendar su sustitución si son antiguas). Por tanto, invertir en buenas ventanas ayuda a mejorar la calificación energética global de tu vivienda.

En resumen, fíjate en la etiqueta: busca ventanas con letras altas (A o B) en invierno, buen desempeño de verano y valores Uw bajos, g adecuados a tu clima y permeabilidad clase 4. Y asegúrate de que el fabricante aporte el marcado CE y documentación de ensayo correspondiente. Así tendrás la confianza de que la ventana rinde como promete.

Ejemplos y recomendaciones según la zona climática

No todas las viviendas necesitan el mismo tipo de ventana; dependerá del clima de tu región y de la orientación de la casa. España, por ejemplo, tiene zonas climáticas muy variadas: no es lo mismo el invierno frío de Burgos que el suave de Málaga, o el verano de Sevilla que el de Santander. A continuación, algunas recomendaciones prácticas:

  • Climas fríos (Zona norte, interior montañoso, por ejemplo León o Burgos): Prioriza el aislamiento térmico máximo. Aquí conviene valor U muy bajo. Opta por triple acristalamiento o doble de altas prestaciones (Low-E + argón) con Uw ≤ 1.2 W/m²·K o mejor. Un vidrio con factor solar medio-alto puede ser beneficioso en orientaciones soleadas al sur, para ganar calor en invierno. Los marcos ideales serían de PVC o madera, o aluminio con una buena RPT, para lograr Uf bajo. Asegúrate de una permeabilidad clase 4 (dado que en zonas frías suele haber también vientos fuertes). Estas ventanas minimizan pérdidas de calor y mantienen el hogar cálido con menor uso de calefacción.

  • Climas cálidos (Zona sur, costa mediterránea, por ejemplo Sevilla o Murcia): El reto principal es evitar el calor del verano. Busca ventanas con control solar eficaz: doble acristalamiento con vidrio bajo emisivo de control solar (factor g bajo, ≤ 0,4–0,5). El valor Uw también debe ser bajo (≈1.5 W/m²·K o menos) para que el aire acondicionado no se escape, aunque en climas muy cálidos la diferencia la marca sobre todo el factor solar. Usa preferiblemente ventanas con persianas o toldos exteriores para bloquear el sol en las horas críticas. El marco puede ser PVC o aluminio con RPT; este último aguanta bien el sol intenso si tiene ruptura de puente térmico y colores claros (que absorben menos calor). Unas ventanas pensadas para clima cálido mantendrán la casa fresca en verano y también aislarán lo suficiente en invierno (que suele ser suave, pero no está de más ahorrar en calefacción).

  • Climas mixtos (zonas centro, mediterráneo interior, por ejemplo Madrid o Zaragoza): Necesitan un equilibrio entre aislamiento invernal y control estival. Lo ideal aquí son ventanas Clase A o B en la etiqueta energética, que ofrecen buen aislamiento y cierto control solar. Doble acristalamiento bajo emisivo con argón es prácticamente imprescindible, posiblemente combinado con una capa de control solar moderado (vidrio selectivo con g ~0,5) para no sobrecalentar en verano. Un Uw en torno a 1.3–1.5 W/m²·K suele cumplir con el CTE para estas zonas y garantiza un buen aislamiento. En orientaciones sur/oeste conviene agregar protección solar (persianas, lamas o cristales más control solar), mientras que al norte puede usarse un vidrio más transparente. Marcos de PVC multichamber o aluminio con buena RPT funcionan bien, asegurando poca transmisión térmica. En definitiva, en estos climas se busca una ventana todoterreno: que aísle bien del frío pero también reduzca las cargas de aire acondicionado en verano.

  • Zonas de alta humedad o costa: Si vives en áreas costeras (por ejemplo, norte cantábrico), además del aspecto térmico, fíjate en la calidad de herrajes y acabados contra la corrosión salina. El PVC y el aluminio (con tratamiento anticorrosión en herrajes) suelen resistir mejor que la madera en ambientes muy húmedos. También es crucial la estanqueidad al agua de la ventana en sitios con muchas lluvias: revisa la clase de estanqueidad (otro parámetro del marcado CE). Aunque esto no es directamente térmico, influye en el confort y durabilidad, y unas juntas impermeables también suelen ser más herméticas al aire.

Como ves, elegir la ventana más eficiente depende de tu zona climática y de las condiciones particulares de tu vivienda. Siempre consulta las especificaciones (Uw, g, etc.) en relación con tu clima: por ejemplo, dependiendo de la zona climática, el CTE exige valores concretos de factor solar o transmitancia para cumplir mínimos. Un profesional puede ayudarte a interpretar estas necesidades.

Conclusión: eficiencia energética y control técnico independiente

Actualizar o mejorar las ventanas de una vivienda es una de las formas más efectivas de ganar confort y ahorrar energía. Unas ventanas eficientes reducen pérdidas térmicas en invierno, limitan la entrada de calor en verano y, si están bien instaladas, mantienen el hogar hermético y cómodo todo el año. Aspectos técnicos como el valor U, el tipo de vidrio, el material del marco o el factor solar son determinantes en este rendimiento energético.

En Hausum somos conscientes de la importancia que tienen las ventanas en el aislamiento global de la vivienda. Por eso, durante nuestras inspecciones técnicas de más de 200 puntos, revisamos el estado de las carpinterías exteriores, verificamos si cumplen con los estándares actuales de eficiencia energética y detectamos posibles defectos de instalación que puedan comprometer su desempeño.

Nuestro papel no es recomendar qué ventana elegir, sino dar al comprador una visión objetiva y técnica sobre lo que realmente está comprando. Así, puedes anticiparte a problemas, valorar los costes reales de reparación o sustitución y tomar una decisión con toda la información sobre la mesa.

En definitiva, unas ventanas eficientes marcan la diferencia en el confort y el gasto energético de tu hogar, y con una inspección de Hausum tendrás la seguridad de saber si las que tiene la vivienda cumplen o si serán un punto crítico a tener en cuenta antes de invertir.