La calefacción de una vivienda puede apoyarse en tecnologías muy distintas. En general se plantea la pregunta “¿qué calefacción es mejor?” pensando en aerotermia (bomba de calor aire-agua) frente a sistemas convencionales (caldera de gas natural, gasóleo o eléctricos). Desde Hausum, expertos en eficiencia energética, hemos analizado en detalle estos sistemas para informar al público general y a profesionales. A continuación resumimos las diferencias clave, la eficiencia, los costes y las condiciones de uso de cada opción.
¿Cómo funcionan la aerotermia y las calderas tradicionales?
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Bomba de calor aerotérmica (aire-agua): extrae calor del aire exterior con un ciclo frigorífico y lo transfiere al interior. Por cada kWh eléctrico consumido la bomba entrega varios kWh térmicos (coeficiente de rendimiento o SCOP típico ≈ 3-4). Es un sistema reversible que también puede enfriar.
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Calderas de gas natural/gasoil: queman combustible para calentar agua o aire. Las calderas actuales de condensación aprovechan los gases calientes para precalentar el agua y alcanzan eficiencias de ~109% (es decir, 1,09 kWh térmicos por kWh de gas consumido). Las calderas estándar sin condensación rondan 90-95%.
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Calefacción eléctrica por resistencia: convierte 1 kWh eléctrico en 1 kWh térmico (COP=1). Es la opción menos eficiente; suelen usarse solo en soporte puntal.
En resumen, la bomba de calor es un sistema de movimiento de calor (muy eficiente en consumo de energía), mientras que las calderas queman energía química (eficiencia ~90–109%). Esto influye directamente en costes y emisiones.
Eficiencia energética, consumo y emisiones
La eficiencia de cada sistema es clave en el gasto energético:
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La aerotermia alcanza SCOP ≈4 (400% de eficiencia), entregando ~4 kWh térmicos por cada kWh eléctrico.
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Las calderas más avanzadas sólo llegan ~109% de rendimiento (1,09 kWh térmicos por kWh gas).
Por tanto, la bomba de calor es intrínsecamente más eficiente que una caldera fósil (especialmente si la electricidad proviene de renovables).
En términos de emisiones de CO₂, la aerotermia también suele ganar. Al no quemar combustible in situ, sus emisiones directas son nulas (se limitan a las asociadas a la electricidad consumida). Según IDAE, la aerotermia emite en un 78 % menos de CO₂ que una caldera convencional de gasóleo o gas. Por ejemplo, una vivienda media con aerotermia puede emitir ~500–1.000 kgCO₂/año, frente a 1.000–2.000 kgCO₂/año con caldera de gas natural o 2.500–4.000 kgCO₂/año con gasóleo. En resumen, las emisiones de CO₂ de la aerotermia son muy inferiores comparado con cualquier caldera de combustible fósil.
Costes de instalación inicial y mantenimiento
Un aspecto importante es la inversión inicial y el mantenimiento a largo plazo:
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Instalación: instalar una bomba de calor aerotérmica suele requerir 8.000–14.000 € (según potencia y configuración), mientras que una caldera convencional se instala por 1.000–4.000 €, muy inferior. Por ejemplo, un estudio indica ~9.700 € para aerotermia vs ~2.245 € para caldera de gas. Hay que considerar también la adaptación de emisores (ej. si se añaden radiadores de baja temperatura o suelo radiante).
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Mantenimiento: las bombas de calor requieren poco mantenimiento (no generan hollín ni necesitan limpieza de quemadores). Tienen componentes electrónicos y deben revisarse periódicamente, pero en general el mantenimiento es más sencillo que el de una caldera. Las calderas de gas o gasóleo requieren revisiones anuales para controlar las emisiones y evitar averías, y pueden tener averías vinculadas al quemador o la válvula de gas.
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Vida útil: típicamente, un sistema aerotérmico supera los 20–25 años de vida, mientras que las calderas de combustión duran unos 15–20 años. Por ejemplo, IDAE señala ~15 años para caldera y >20 años para aerotermia. Esto implica que a largo plazo el equipo de aerotermia puede ofrecer más años de servicio antes de renovar.
En resumen: la inversión inicial es más alta en aerotermia, pero su vida útil es mayor y los mantenimientos suelen ser más baratos.
Costes operativos y rendimiento estacional
A la hora de operar estos sistemas, hay que tener en cuenta el precio de la energía y el rendimiento real durante el año (factor estacional SCOP). Aunque el kWh eléctrico es más caro que el kWh de gas o gasóleo, la alta eficiencia de la aerotermia compensa el precio. Por ejemplo, tomando precios indicativos (~0,14 €/kWh eléctrico vs 0,061 €/kWh gas):
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Para generar 12 kWh térmicos, una caldera de gas requiere unos 11 kWh de gas (0,67 €), mientras que una bomba de calor necesita solo 3 kWh eléctricos (0,42 €).
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En otras palabras, aunque la electricidad cueste ~2–3 veces más por kWh, la aerotermia puede reducir hasta ~50–60% el coste energético frente al gas.
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Un análisis comparativo muestra que el coste operativo anual de aerotermia es más bajo: por ejemplo, ~300–600 €/año vs 500–800 €/año de gas y 1.000–1.500 €/año de gasóleo.
Este ahorro se refleja en la amortización: pese al mayor coste inicial, las bombas de calor pueden rentabilizarse en ~10–15 años gracias al consumo reducido. Al planificar, se debe calcular el COP/SCOP estacional del equipo (cómo varía con las temperaturas exteriores). En climas templados el SCOP medio puede rondar 3–4, pero en invierno extremo baja (por ejemplo COP ~3-4 a +5 °C y ~2-3 a -10 °C). Aun así, con buen aislamiento una aerotermia moderna suele ofrecer ahorro neto sobre la caldera incluso en invierno.
Adaptación al clima
El rendimiento de la bomba de calor depende de la temperatura exterior. En climas templados ofrece alto rendimiento, pero en zonas muy frías se reduce:
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Equipos estándar mantienen buena eficiencia hasta unos -10 °C.
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Equipos diseñados para clima frío pueden generar calor eficientemente hasta -20/-25 °C.
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Según especialistas, incluso a -10 °C el COP suele caer a 2–3. Sin embargo, esto sigue siendo el doble de eficiente que una resistencia eléctrica o una caldera fósil en la misma situación.
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Las calderas de gas o gasóleo en cambio mantienen rendimiento constante con cualquier temperatura exterior.
En la práctica, en zonas muy frías (norte de España, Pirineos…) puede ser recomendable contar con un sistema de apoyo (por ejemplo, resistencia eléctrica adicional, sistema híbrido con gas o complementos solares). Sin embargo, estudios y proyectos reales muestran que la aerotermia modernizada alcanza temperaturas de confort en inviernos gélidos (incluso Burgos o León) con buen aislamiento. La decisión va a depender del clima local y del nivel de aislamiento: en general, la aerotermia es ideal en climas suaves o templados, mientras que la caldera conserva ventaja de simplicidad en frío extremo.
Compatibilidad con emisores de calor
Un factor decisivo es el sistema de emisión del calor dentro de la casa: suelo radiante, radiadores o fancoils. La aerotermia funciona mejor con sistemas de baja temperatura.
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Suelo radiante: es la opción más eficiente con aerotermia. Trabaja a 30–45 °C y reparte el calor de forma uniforme. Esto permite aprovechar al máximo el alto COP de la bomba de calor y proporciona confort homogéneo con poco consumo. El suelo radiante oculta las tuberías, ahorra espacio y reduce el consumo energético gracias a la baja temperatura de trabajo. Con aerotermia se forma un binomio muy eficiente (según datos, aerotermia + suelo radiante ahorra energía y da confort constante).
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Radiadores tradicionales: suelen diseñarse para calentar con agua a ~70–80 °C (propios de calderas antiguas). Con aerotermia, que optimiza a 45–55 °C, estos radiadores reducen algo su potencia de emisión. Es posible ajustar haciendo funcionar la bomba más tiempo, o incrementando la superficie radiada (más elementos). Sin embargo, no es necesario tirar los radiadores viejos: simplemente habrá que calentarlos a menor temperatura y algo más de tiempo, lo que sigue dando ahorro energético en la práctica.
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Radiadores de baja temperatura: existen emisores diseñados para 40–50 °C, a menudo con ventiladores integrados. Estos funcionan muy bien con aerotermia, pues ofrecen similar potencia en agua más fría. Son una buena solución si el espacio no permite añadir radiadores tradicionales o se desea respuesta rápida de calentamiento.
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Fan-coils (ventiloconvectores): consisten en un intercambiador de agua y un ventilador que impulsa aire caliente o frío rápidamente. Los fancoils son compatibles con aerotermia porque igual aprovechan agua a temperaturas moderadas. Su gran ventaja es la inercia térmica baja: calientan (o enfrían) el aire muy rápido, ideal como apoyo de confort. De hecho, en sistemas mixtos se pueden combinar suelo radiante (calor lento y constante) con fancoils (calor rápido) en la misma bomba. Así, los fancoils aportan impulsos puntuales de calor cuando se necesita, mientras el suelo radiante mantiene el ambiente suave. En definitiva, aerotermia puede trabajar con cualquiera de estos emisores, siendo la mejor combinación suelo radiante + fan-coils, y con los radiadores tradicionales se ajusta la temperatura para optimizar el COP.
Consideraciones prácticas
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Espacio y ubicaciones: la bomba de calor necesita una unidad exterior (similar a un aire acondicionado grande) que ocupe espacio en fachada o jardín. La caldera ocupa espacio interior (sala de calderas) y requiere salida de humos (chimenea o salidas exteriores). En viviendas donde hay lugar para la unidad exterior, la aerotermia es viable.
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Ruido: las bombas de calor modernas emiten ruido (compresor + ventilador) similar a un aire acondicionado (50–55 dB(A) de día). Esto exige ubicarla donde no moleste a vecinos. Las calderas de gas suelen ser más silenciosas (el ruido se queda dentro de la sala de máquinas, sólo se oye el soplante de gas). Es un factor a evaluar en proyectos urbanos o comunitarios.
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Apoyo eléctrico o respaldo: muchos equipos de aerotermia incluyen resistencias eléctricas integradas para situaciones extremas (deshielo o apoyo en frío intenso). En general, con un diseño adecuado (dimensionar bien la bomba y aislar la vivienda) no suele usarse mucho el apoyo eléctrico. En casos muy severos, se puede considerar un sistema híbrido (bomba de calor + caldera de gas/oíl) que permita cambiar a caldera puntualmente.
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Vida útil y actualizaciones: como se mencionó, las bombas de calor pueden durar >20 años, pero conviene mantenimiento cada 2-3 años. Las calderas (15–20 años) requieren limpieza de quemadores y revisiones anuales obligatorias. Con un uso normal, los componentes eléctricos de la aerotermia pueden llegar al final de su vida antes que los hidráulicos, pero suelen ser reparables.
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Subvenciones y ayudas: en España existen diversas subvenciones para aerotermia. Por ejemplo, deducciones en el IRPF hasta el 60% por mejoras de eficiencia energética, y programas estatales/regionales que cubren hasta el 40% del coste (límite ~3.000 €). Estas ayudas hacen la inversión más accesible y motivan la instalación de bombas de calor sobre calderas convencionales. Hausum puede asesorar sobre las convocatorias vigentes y facilitar la gestión de subvenciones.
Comparativa resumida (inversión, consumo, emisiones, vida útil)
Según datos comparativos de sistemas de calefacción:
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Inversión inicial: Aerotermia ≈ 8.000–14.000 €; Caldera gas ≈ 1.000–2.500 €; Caldera gasóleo ≈ 2.000–4.000 €.
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Coste operación anual: Aerotermia ≈ 300–600 €/año; Gas natural ≈ 500–800 €/año; Gasóleo ≈ 1.000–1.500 €/año.
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Emisiones de CO₂ (kg/año): Aerotermia ≈ 500–1.000 kg; Gas natural ≈ 1.000–2.000 kg; Gasóleo ≈ 2.500–4.000 kg.
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Vida útil: Aerotermia ≈ 20–25 años; Calderas gas ≈ 15–20; Gasóleo ≈ 15–20.
Estos valores generales muestran cómo la aerotermia destaca en menores emisiones y bajo consumo a cambio de mayor coste inicial.
¿Qué sistema conviene en cada caso?
No existe una “mejor calefacción” universal; la elección depende del contexto:
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Vivienda nueva bien aislada (clima templado): aerotermia con suelo radiante suele ser la opción más eficiente y rentable a medio plazo. El rendimiento es muy alto y se puede combinar con refrigeración en verano.
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Zonas frías con demanda térmica alta: a veces se prefiere caldera de gas o gasóleo (o híbrido) para garantizar calor rápido. Sin embargo, las bombas de calor modernas también funcionan en frío (hasta -10 °C) y pueden ser viables si la construcción está bien aislada. En un proyecto de montaña con construcción sostenible puede ganar la aerotermia por ser renovable y menos contaminante.
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Sustitución de caldera de gas: al renovar una caldera de gas natural, la aerotermia es una alternativa atractiva por la eficiencia y subvenciones. Si hay espacio, se puede instalar la bomba y conservar los radiadores o pasar a suelo radiante.
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Sin acceso a gas natural: en áreas rurales sin red de gas, la elección suele ser entre caldera de gasóleo o aerotermia. En ese caso, la aerotermia reduce mucho las emisiones y el consumo de combustible, pese a la inversión.
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Apartamentos pequeños o edificios comunitarios: muchas comunidades optan por caldera de condensación centralizada o aerotermia comunitaria. En edificios con ITE de fachada reciente, las bombas de calor se integran cada vez más (incluso en patios de ventilación), siempre que se gestionen los niveles de ruido.
En resumen, la aerotermia suele convenir cuando se busca eficiencia energética y sostenibilidad (habitaciones con emisores de baja temperatura, acceso a electricidad renovable, ayudas disponibles). La caldera tradicional puede ser preferible en proyectos con limitación de espacio exterior o en demanda puntual muy alta en clima muy frío. Cada caso debe analizarse técnicamente: flujo de calor, zona climática, redes disponibles y objetivos energéticos. Aquí la experiencia de una empresa especialista como Hausum resulta clave para evaluar cada caso concreto y dimensionar correctamente el sistema.
Conclusión
En la comparativa “bomba de calor vs caldera” no hay un vencedor absoluto: la aerotermia destaca por eficiencia y bajos consumos (COP ~3-4) y emisiones mucho menores, a costa de mayor inversión. Las calderas tradicionales (gas o gasóleo) tienen costes iniciales bajos y funcionan bien en cualquier clima, pero consumen más energía y contaminan más. Como expertos en eficiencia energética, en Hausum recomendamos evaluar cada caso según los criterios expuestos (coste/beneficio, clima, emisores, subvenciones) y no perder de vista que la pregunta “¿qué calefacción es mejor?” depende de factores técnicos y económicos. Una adecuada comparativa técnica y energética, apoyada en datos como los presentados, permite decidir con criterio y garantizar la solución más eficiente y confortable para cada vivienda
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